Cuando conocí a Roberto del Pozo, nuestro concejal de autonomía personal me sorprendió mucho conocer los datos que nos facilitó de las necesidades de viviendas accesibles por parte de la población.
El porcentaje de personas necesitadas de viviendas accesibles es enorme, están manejando cifras del siete al nueve por ciento de personas con problemas de accesibilidad, en un entorno social que con el envejecimiento de la población y el alargamiento de la esperanza de vida va incrementando estas necesidades.
Desde nuestro trabajo poco podemos hacer para cambiar la situación actual, no hay viviendas accesibles, y las que hay no están en el centro de la ciudad. Con un porcentaje del 87% de personas mayores que quieren vivir en su casa, aunque sea solas, tenemos que empezar a transformar nuestros edificios en sitios para vivir.
Conseguir que las ciudades tengan espacios y viviendas accesibles para todo el mundo, no es algo que afecte a una parte de la población sino a todos. Si despoblamos el centro de las ciudades de personas mayores, vamos a tener unas poblaciones fantasmas.
Hace unos años, en un Congreso de Asociaciones Inmobiliarias Europeas, asistí a una ponencia de un grupo italiano especializado en viviendas del centro de las ciudades que manifestaban que la gente mayor quiere vivir en el centro de la ciudad, abandonan las afueras para no tener que usar el vehículo continuamente, para estar rodeados de todos los servicios comerciales, sociales, médicos, etc., y también cerca de gente con quien pasear y hablar.
Desde este punto de vista es loable la iniciativa del ayuntamiento de Santander de poner escaleras mecánicas y otros tipos de accesos mecánicos para conectar la ciudad: necesitamos que la vida fluya por toda la ciudad con facilidad, pero también necesitamos que haya viviendas que permitan a personas con discapacidad vivir en ellas.
Queremos profundizar en nuestra participación en conseguir viviendas accesibles, y vamos a empezar por calificar todas las viviendas que estamos comercializando, conociendo las posibles barreras de acceso desde la calle y desde los garajes, la anchura de puertas y pasillos, el radio libre de accesos y baños, también de habitaciones, la situación de duchas y sanitarios, la altura de las llaves eléctricas, y en definitiva un primer informe (también elaboramos planos) de la facilidad de movimiento de las viviendas.
En una segunda labor estamos estudiando las posibilidades de reforma de las viviendas y especialmente la legislación y las ayudas para transformación de los hogares en lugares aptos para todo el mundo.